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I.- El Manifiesto Comunista de K.Marx

y la propagación del Liberalismo y del Marxismo 

         El paso triunfal de las tropas de Napoleón por Europa difundió las ideas de la Revolución Francesa entre las minorías que, en cada país, habían abierto las puertas al invasor. Estas minorías liberales irán creciendo a lo largo del siglo. El liberalismo, hijo de la Revolución Francesa, preconiza la defensa de la libertad individual y la búsqueda de la verdad mediante la confrontación de pareceres y la tolerancia a las opiniones ajenas. Las tres oleadas revolucionarias que, en 1820, 1830 y 1848, sacudirán distintos países europeos se conocen como revoluciones liberales.

          Sin embargo, no fue el liberalismo la única doctrina que las estimuló: a lo largo del s.XIX aparecen nuevas ideologías -relacionadas con el racionalismo y el materialismo- como el socialismo, el marxismo y el anarquismo. Los liberales se oponían a los valores «tradicionales» y vieron en la Iglesia y en los católicos un «enemigo» al que identificaron como «tradicionalista», no sólo en la esfera religiosa, sino también en materia política y social. De hecho, muchas de las políticas liberales fueron anticatólicas; así por ejemplo:

  • En Francia, con la III República, se prohibió a las congregaciones católicas el derecho a enseñar.

  • En Italia los gobiernos liberales fueron marcadamente anticatólicos.

  • En España había una gran masa de católicos apegados a sus costumbres y tradiciones, lo que provocaba mayor radicalismo entre los liberales, de por sí fuertemente anticlericales.

          Desde el s.XVIII, primero en Gran Bretaña y después en el resto de Europa, se estaba produciendo lo que se conoce como Revolución Industrial; una revolución de carácter pacífico y silencioso, que iba a cambiar la forma de vida de los europeos.

          La escasez de los salarios, el excesivo número de horas de la jornada laboral, la falta de seguridad social, la pobreza extrema en los suburbios, abocaron a los trabajadores a una vida de penurias y miseria lacerantes. Pronto, algunos pensadores acusaron a los gobiernos de la Europa liberal de permitir aquella vergonzosa situación. Y los obreros se fueron organizando en sindicatos.

          En 1848 Karl Marx y Friedrich Engels publicaron un resumen de sus ideas sobre el problema obrero, el Manifiesto Comunista ("Manifest der Kommunistischen Partei"), que terminaba con una llamada a la acción conjunta de todos los obreros: «Proletarier aller Länder, vereinigt euch» (¡Proletarios de todo el mundo, uníos!). En él denunciaban los vicios del capitalismo y anunciaban su destrucción por obra de la acción política de los trabajadores (lucha de clases).

        K.Marx basaba su ideología en una interpretación de la Historia en la que los obreros deberían ir desmantelando la alienación producida por el sistema capitalista y se llegaría así a la etapa final de la historia, en que -según K.Marx y F.Engels- se alcanzaría el «paraíso comunista», es decir, la felicidad total de los seres humanos. Con el paso de los años la dictadura del marxismo, que se había implantado en algunos países, se demostró que conducía a ninguna parte, o mejor dicho, sólo conducía a la eliminación del ser humano.

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